¿Barrio o gheto?

Aunque algunos prefieran mirar hacia otro lado, la situación del barrio torrentino del Xenillet continúa siendo crítica. Los problemas de seguridad, vivienda, formación y desempleo cada vez se agravan más en este barrio al que la falta de soluciones está convirtiendo en un gueto.  No existen apenas propietarios dispuestos a alquilar sus viviendas y hay cantidad de inmuebles que están ocupados ilegalmente. Además, no es extraño asistir al desguace de neveras, coches y cualquier otro tipo de objeto en pleno barrio las practicas poco cívicas e irrespetuosas son constantes y para nada excepcionales.

La separación del Xenillet respecto al resto de la población torrentina es cada vez más evidente, no sólo por la Calle Valencia, que ejerce de frontera natural con Torrent, sino porque la gente de este tradicional barrio parece que tienen un código de convivencia con leyes y normas diferentes al resto de la ciudad. Por otra parte, la presencia de la Policía Local es prácticamente nula. Durante nuestras últimas visitas a este barrio, nunca nos hemos encontrado a ningún agente de la Policía Local, ausencia que consideramos muy preocupante. Hay que marcar el acento en la seguridad y la integración social y no sólo en grandes inversiones en infraestructuras, puesto que lo uno sin lo otro no ayudará a la equiparación de un barrio que necesita de políticas sociales que ayuden y mejoren las oportunidades de sus vecinos.

Los problemas en materia de empleo son aún más acuciantes que en el resto de barrios, puesto que la situación socioeconómica de sus vecinos dificulta aún más su acceso al mercado laboral. Los propios afectados nos mostraron su descontento en nuestra última visita, trasladándonos que tanto en las bolsas de trabajo como en los programas de contratación, que el ayuntamiento saca para el barrio, sistemáticamente son las mismas familias las afortunadas y que no se establece ningún criterio de rotación para llegar a más familias en una situación muy complicada.

Es prioritario por tanto ser rigurosos, aplicar el sentido común y un mejor criterio para mejorar la situación de muchas familias que esperan una inversión social que mejore sus oportunidades y su futuro. De nada servirá que mejoremos las aceras y pongamos papeleras y farolas de primera si no conseguimos mejorar la convivencia y empoderar a las personas con programas de integración y formación, que conviertan este gueto en un ejemplo de civismo y avance. Crear ciudad es crear ciudadanos y no sólo mejorar las calles de la ciudad.