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Redacción
Miércoles, 24 de Febrero de 2010
SUCESOS

Acepta 4 años de prisión por decapitar a su suegro

SU COMPAÑERA SENTIMENTAL E HIJA DE LA VÍCTIMA QUEDA LIBRE

El procesado por el crimen de El Pantano, vecino de Albal y de 35 años de edad, ha asumido la autoría de un delito de homicidio con la eximente incompleta de trastorno mental transitorio y la atenuante de confesión, tal y como solicitaba la fiscal. La compañera sentimental del acusado e hija de la víctima ha sido absuelta del delito de encubrimiento del que estaba acusada. La condena aceptada por las partes ha sido formalizada en una vista oral por lo que no ha sido necesario convocar al jurado popular. Los hechos se remontan a junio de 2009 cuando un vecino de la urbanización de El Pantano fue encontrado decapitado en un paraje natural de Castellón. A raíz del crimen, trascendieron los abusos sexuales que sufría la hija de la víctima desde que tenía 5 años, presuntamente a manos de su progenitor hasta el momento de la muerte de éste. Estos hechos los conocía su compañero sentimental, que pudo sentirse afectado por ello y actuar asesinando al que era su suegro. De hecho, la propia fiscal sostiene en su escrito que el hombre atacó a su suegro, tras verle semidesnudo persiguiendo a la joven, "preso de un estado de gran excitación que determinó una alteración de sus sentimientos y emociones tal que limitó su capacidad volitiva". Los hechos sucedieron la tarde del 1 de junio de 2009, cuando Salvador S.T. y su compañera sentimental, Sandra P.E., acudieron junto a su hijo, un niño de 3 años disminuido psíquico, a casa del padre de ella para curarle unas heridas que tenía en las piernas. Al llegar al domicilio, ubicado en El Pantano, la mujer se dirigió al dormitorio de su padre, de 78 años, para proceder a la cura, mientras que el acusado permanecía en el exterior de la vivienda, ya que no quería mantener ningún tipo de relación con su suegro. Al escuchar gritos, Salvador entró en el inmueble y encontró a su mujer desnuda de cintura para arriba y a su suegro persiguiéndola vestido tan sólo con unos calzoncillos. Entonces, cogió un palo que encontró en el lugar y golpeó a Ramón P.E. en repetidas ocasiones hasta que le causó la muerte, para luego cortarle la cabeza y las manos y enterrar las partes en cal viva en un camino apartado. En estado de shock y no teniendo claras las consecuencias de lo había hecho, la pareja dejó el cadáver allí mismo y volvió a su domicilio, en Albal, ya que el acusado, conductor de profesión, debía llevar un camión hasta Bilbao. Dos días después, el hombre, acompañado de su mujer e hijo, alquiló una furgoneta, envolvió el cadáver en unas mantas y se lo llevó. Dejaron aparcado ese vehículo con el cuerpo dentro en una explanada hasta que, tras un par de días, lo condujeron hasta el pantano de El Regajo, en Jérica, donde el hombre arrojó el cadáver atado con ladrillos en los pies a modo de lastre para evitar que saliera a la superficie. Dos días más tarde, el cuerpo de Ramón fue localizado flotando en el agua. Finalmente, el 8 de junio el yerno se personó junto a su letrado ante la Policía Judicial de la Comandancia de Valencia para confesar el crimen, del que se mostró arrepentido, y dispuesto a colaborar con la Justicia

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