ARTICULO DEL PSOE
El doble de deuda
egún datos del Banco de España, la deuda de la Comunidad Valenciana creció en 2007 un 5,66% hasta alcanzar los 11.550 millones de euros, lo que supone el 11,4% de nuestro Producto Interior Bruto; es el endeudamiento más alto de toda España, el doble de la media nacional, que es del 5,7%. Si a esta deuda se suma la de las empresas públicas dependientes de la Generalitat, el total asciende a 13.314 millones de euros.
Estas cifras, dichas así, de sopetón, pueden parecer frías o calientes, según el corazón de quien lo lea. Miradas detenidamente ponen de manifiesto una situación muy preocupante. De entrada, quieren decir que si en la Comunidad Valenciana vivimos a fecha de hoy 4.806.908 personas, cada una de ellas (de nosotros y nosotras) debe (debemos) 2.770 euros que se ha gastado ya quien administra los presupuestos de la Generalitat, o sea, el Gobierno Valenciano, presidido por el Señor Camps.
Cuando una familia se mete en préstamos lo hace para mejorar sus condiciones cotidianas, para ganar en calidad de vida.
Muchos hemos contraído préstamos hipotecarios o personales para acceder a una vivienda o para poder disfrutar de bienes de consumo. Luego, los hemos ido pagando como buenamente hemos podido, pero satisfechos por poder disfrutar de algo que consideramos ganado a pulso. Cuando una comunidad accede a endeudamientos, se supone que también lo hace para mejorar las condiciones de vida de todos sus miembros.
Torrent tiene una deuda contraída, y todos podemos apreciar que se halla invertida en mejores instalaciones deportivas, culturales y de ocio, en jardines y espacios públicos que consideramos nuestros y que nos hemos ganado también a pulso. Pero uno mira la deuda de la Generalitat (la más alta de España, proporcionalmente hablando) y se pregunta dónde está ese dinero que alegremente se han ido gastando desde 1995 Zaplana, primero, luego Olivas y ahora Camps. Esa deuda no se ve invertida en colegios ni institutos, ni en escuelas infantiles ni de adultos; esa deuda no se ve en hospitales ni en centros de salud, ni en instalaciones culturales adecuadas ni en carreteras autonómicas decentes (circulen por la pista de Ademuz para comprobarlo); tampoco se ve la deuda invertida en centros de atención a nuestros mayores ni en apoyo a los dependientes, ni en viviendas protegidas para nuestros jóvenes ni en ayudas al estudio; tampoco se ve en televisiones públicas autonómicas decentes (bueno, en estas no se ve nada que no sea manipulación descarada).