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ARTURO GARCÍA
Domingo, 01 de Junio de 2008
CARRER MAJOR

El ramo de flores en la ventana

En la plaza hay un ramo de flores junto a una ventana. Si usted pasa rápido cuando viene del metro o cuando va a comprar al Mercado tal vez no lo note, pero allí está. A lo mejor se fija en los escombros de la Torre –ahora en obras – y no se percata, o anda con prisas para llevar a sus hijos al colegio porque hoy también van a llegar tarde y no se ha dado cuenta, pero allí lleva ya una semana. Incluso puede que mientras lee esto ya se haya marchitado y lo hayan retirado, pero estuvo allí durante muchos días, para curiosidad de unos y asombro de otros. Y es que en la plaza, junto a la Torre, han matado a un chico. Puede que usted lo conociera. Era uno de los muchachos que se pasan las horas sentados en la puerta del mercado. Su nombre era José Luis, pero lo llamaban “el negrillo” y solía ir acompañado de un perrito en sus andanzas por la plaza. Ya podía ser el mediodía de un tórrido sol de agosto que entrada la madrugada de un frío enero, ahí estaba él con sus compadres de tertulia y cerveza, sentado en sus escalones y viendo la vida pasar. A veces, para divertimento de algunos jóvenes que acudían a mofarse, bailaba alrededor de la Torre. Otras, para vergüenza de mayores, soliviantaba al personal con sus exabruptos y ocurrencias. Las más, permanecía quieto, con la mirada perdida, mientras se mesaba su incipiente barba, la cabeza gacha y el alma dormida. La gente del barrio, acostumbrada a su presencia, los había bautizado con algún apodo –los Plaza, les llamaban los más jóvenes– y ahora lamenta su pérdida. Según nos cuenta la crónica de este mismo diario, la semana pasada intentó mediar en una pelea. No era la primera vez, pues ya una vez contemplamos cómo lo agredían. En aquella ocasión el numeroso personal que se congregó pudo socorrerlo y avisar a la policía e impedir una desgracia. Ahora no fue así. Tres desconocidos increparon al grupo de José Luis y éste quiso evitar males mayores. El resultado es el conocido, José Luis recibió una brutal paliza que le costó la vida. Llegó el SAMU, pero rechazó la ayuda médica y se marchó a su casa, de donde ya no volvió a salir. Sus amigos reunieron fondos para rendirle un pequeño homenaje en forma de flores y allí están, colgando de aquella ventana desde entonces. Ahora, cuando paso por la plaza, no puedo evitar mirar de reojo al grupo de sus amigos. Parece que siguen a la suya, que sus días van cayendo del calendario sin ninguna otra pretensión que ver pasar las horas desde el palco al que están abonados. Supongo que se acuerdan de José Luis e ignoro si tendrán miedo de que vuelvan aquéllos que acabaron con él. No se ha dicho mucho de ellos. No sé si a estas alturas los habrán detenido. O si se conoce su identidad y paradero. Tampoco la noticia ha tenido demasiado eco en prensa o televisión. Aunque casi mejor, parece que en Torrent sólo viene la Canal 9 cuando pasan cosas malas. Y nosotros seguimos pasando por la plaza. Maldiciendo vivir en un pueblo que tiene como vecinos a estos que han acabado con José Luis.

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